sábado, 20 de septiembre de 2008
improvo
En el preciso instante en que crucé por esa puerta, logré percibir el inconfundible hedor de la desesperanza, del sufrimiento, del desamparo. No logro entender que es lo que ahora me impulsa a escribir estas lineas, y menos puedo entender cual es la razón de que se las dirija a usted. Simplemente creí que era eso lo que me hacía falta. No espero respuesta ni comprensión de su parte, yo simplemente convertí en realidad un impulso. La noche que pasamos juntos hace unos días, aún recorre mi mente como un alma deambula por los pasillos oscuros del cementerio. Fueron muchas cosas las que me sorprendieron, irritaron, y algunas también me hicieron sonreír. Ya no se porqué estoy haciendo esto, ya no siento ningún impulso, soy simplemente un niño que no tiene un buen pasatiempo. Me despido y le pido me perdone por la poca vergüenza que he tenido al hacer esto.
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