imaginación estacionaria

Sin seguir el camino, chapoteando en los charcos más pequeños, disfrutando las gotas que recibe mi cabello y que se deslizan por mi cara y mis manos, con una nostálgica sonrisa y ganas de reír y llorar a la vez, no ambas al mismo tiempo, pero juntas al fin y al cabo. Sin motivo aparente... sin motivo realmente.
Mientras las nubes marchan hacia algún lugar, apretujadas en el cielo gris que se ve cerca, como para acariciarlo dando un salto con el brazo bien arriba. El viento es como el pastor de nubes que intenta acarrearlas para que vallan en orden y sin desorientarse, pero a veces parece que las nubes lo superan y se desordenan, entonces el viento pastor junta fuerzas y sopla más fuerte, pero las nubes siguen desparramadas, entonces el viento se vuelve más impetuoso y ahí se forma un caos enorme en el cielo que es cada vez más oscuro. Será que ya se oscurece.
Lo triste del viajar de las nubes en el cielo bajito, es que en las noches no se pueden ver las estrellas, no está la dulce amargura que entrega el manto suave de luz de luna, y no se delata ningún movimiento, es como si todo allá arriba estuviese actuando en secreto.